sábado, 22 de enero de 2011

Miramar







Entre las muchas Habanas que pueblan La Habana, y ya casi al término de mis días de exploración, dedico un poco de tiempo a escudriñar lo que queda, que no es poco, de los dos barrios emblemáticos de la burguesía cubana, hoy toda en el exilio.
Entonces me asomo a Miramar. Para muchas historias, el escenario perfecto de lo que tuvieron y lo que vivieron los que salieron de allá con poco más que lo puesto o con todo menos sus tesoros y sus azulejos. Es una urbanización de clase alta que sobrevive con bastante elegancia, aunque hoy sus casas sean sedes de embajadas, instituciones del estado, escuelas o discretos solares en los que habitan familias “bien” casi siempre formadas por los sirvientes de los señores y sus allegados.
A lo largo de avenidas sombreadas, anchas, con islas que más parecen parques y siguiendo una cuadricula inspirada en el urbanismo newyorquino , conviven mansiones y palacetes de predominante estilo sevillano, hoteles de nuevo cuño, algunos edificios de reciente construcción y “quintas”, demostrando la manía burguesa de vivir bien, que sigue siendo cubana, y que en algunos casos, se muestra sin pudor. Si bien no todas las casas enseñan sus fachadas (como en el caso de la mayoría de las embajadas de los países árabes) pasear en carro por Miramar permite hacerse una idea perfecta de la refinada arquitectura preferida por los habaneros de entonces y ahora. Es la otra cara, la otra Habana, una más. Una que esconde sus privaciones o tal vez no las vive…tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario