sábado, 22 de enero de 2011

El Floridita





Era el bar de Ernest Hemingway, el famosísimo escritor norteamericano. Puede que de su barra haya salido alguna, sino varias, de las obras maestras de literatura que conmovieron y siguen conmoviendo al mundo entero. Es el Bar Floridita, según leyendas, uno de los siete más famosos del mundo: un restaurante puesto con todos los lujos para que la gente lo disfrute y se sienta, un poquito, como en compañía del gran Ernest.
Según dicen, no ha cambiado gran cosa desde los tiempos ahora remotos en que se consideraba la segunda casa de Hemingway, a no ser por la adición, en tiempos más recientes, de una escultura de bronce que representa con viva similitud al escritor sentado a la barra, justo en el lugar que solía ocupar. Todo lo demás se mantiene igual, sobre todo el sabor inconfundible del Daiquiri, un trago que según muchos, nació y alcanzó su mayoría de edad en ese sitio. De modo que para hacerle honor al bar y ver si me entero por quién doblaron las campanas, pido uno, el original de limón, según me aconsejan en el bar. Junto al trago aparece de inmediato un plato de “mariquitas”, deliciosos tostones de plátano verde con consistencia de hojuelas, y el ambiente se hace tan grato que pienso si vale la pena salir de allí en algún momento. Disfruto mi trago, hago las fotografías de rigor y me abstengo de seguir el juego turista de retratarme junto a Hemingway; será cuestión de respeto a los fantasmas.
La otra visita sacramental se ha cumplido con creces. El sol de mediodía me pega en la cara mientras me dispongo a meterme de lleno en los vericuetos de la calle de Los Oficios. En silencio empezamos a confundirnos con las caras que, a esta hora, pueblan una de Las Habanas que queremos descubrir.

1 comentario:

  1. A mi tambien me encanto, en mi momento, ver al Ernesto allí, metalizado eternamente con su pluma lista para nuevas aventuras literarias.
    Hace unas semanas empezce a leer el "Viejo y el Mar" con María Gabriela(11 años) y Juan Pablo(8)y les acabo de mostrar con tus bellas fotografías la estatua de ese mago de la palabra contandoles de él con mucha emoción y piquete. Don

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